Esto se acaba. En unas horas, artistas, salas socias y oficina, recogerán sus cosas, incluida Mónica, esa máquina de escribir que tantos mensajes de las artistas ha trasladado, y dejarán mi casa. Pondrán rumbo a sus vidas antes de este castillo, seguirán creando, espero; reflexionando, espero; trabajando. Yo me quedaré aquí y ya no podré verlo, pero como a imaginación y buenas intenciones no me gana nadie, pensaré lo mejor para ellas.
Las últimas horas han transcurrido entre la convivencia y el análisis. La primera, fruto de la relatoría que Caterina Varela ha coordinado para estos encuentros. Se ha inventado cosas muy chulas. Por ejemplo, el “Querida tú”. Durante unos días, artistas y salas han mantenido una correspondencia a través de email, sin saber quiénes eran unas y otras. Se hacían preguntas y se las contestaban, y ayer supieron con quiénes han estado hablando y se han conocido en persona.
El análisis ha venido alrededor de la audiencias. A todas estas personas les importa mucho el público, las espectadoras… Lógico, dan el sentido último al trabajo de unas y otras. Y Caterina ha moderado un debate muy interesante en el que se han lanzado preguntas y posibles respuestas, introducidas bajo el epígrafe: “Y si”. «Y si hacemos esto, y si hacemos lo otro». Me ha parecido un planteamiento muy constructivo y lleno de afecto y ha funcionado en no pocos aspectos. Por cierto, me ha encantado cuando alguien ha sugerido utilizar lenguaje inclusivo, «¿y si probamos a hablar en femenino?». Mi ego de no-cuerpo ecotransfeminista ha hecho sonar las campanas de la iglesia.
Como hoy se hablaba del tema de públicos, tan importante en las artes escénicas, han venido personas a pasar el día, ver los procesos y participar del debate. Por ejemplo la bailarina y coreógrafa Mónica Runde, Laura Kumin, directora del Certamen Coreográfico de Madrid, Álvaro Vicente, periodista que dirige la Revista Godot, publicación que he podido ver y me ha gustado mucho y Hans Tino, director de danza.es. De Hans me acuerdo, le he visto por aquí hace años, y sigue prácticamente igual.
Las salas también han tenido sus reuniones de Congreso y las artistas han hecho un pase de los cuatro proyectos para todas las invitadas.
El final del día, ha terminado con una fiesta que arrancó en el claustro y continuó en la cafetería, y en la que ha bailado hasta parte de la oficina.
¿Volverán el año que viene? Me gustaría.
En una de las notas de las que han dejado a Mónica hoy mismo, una artista anónima proponía hacer de este castillo un lugar más vivo que acogiera residencias de creación de manera continuada a lo largo del año. Y me ha parecido fantástico, la verdad. ¿A alguien más?
Son las 3 de la mañana y escucho las últimas voces en el claustro, suenan a despedida. Me acuerdo de ese verso de mi amiga Sylvia:
“El sol se disuelve contra esa pared, desangrándose de sus luces”.
Buenas noches y amaneceres.