Hoy he leído una nota dirigida a Mónica, en esa columna del claustro forrada con papel marrón, en la que una anónima se quejaba de dos portazos que le habían fastidiado la minisiesta. Y eso está muy feo. Lo de los portazos, digo. Mi sorpresa ha sido cuando he visto en otra nota, que Mónica respondía acusándome a mí, Magalie, yo, el no-cuerpo ecotransfeminista. Y por ahí, no.
Querida Mónica, el ruido más grande que le saco a las puertas es un leve crujido cuando las atravieso. Y no es mayor que el que sale de tus teclas.
Es verdad que hacía tiempo que no convivía con tanta gente en el castillo; que estoy acostumbrada a personas que vienen de visita y se van, y estas artistas ya llevan tres días por aquí, y lo que queda. Pero también es verdad que estoy feliz de tenerlas conmigo, que mi castillo es el suyo y que día tras día camuflo mejor mis descuidos.
Por ejemplo, esta mañana me fui con un grupo de artistas a la piscina municipal, que está aquí mismo, en el recinto del castillo, porque querían trabajar cosas en el agua, y ni se enteraron. Me bañé con ellas, buceé con ellas, floté en el gusano con ellas, eché una carrera con ellas, rindieron homenaje a un director de cine muy top en uno de los ejercicios, y yo con ellas… nada. Porque soy cuidadosa.
También he estado con Olatz y Paquito; con Laila y Cris; Jesús, Inés, Miguel, María, Caterina, Ángel… con todas, la verdad, porque hoy han estado más mezcladas que nunca. Por la mañana, hubo alguien de la ofi en el linóleo; por la tarde, hubo alguien de linóleo en la ofi, haciendo su trabajo de mesa (“¿puedo trabajar aquí con vosotras?”, “¡pues claro!”).
Por la noche, después de la cena (por cierto, hubo huevos fritos con patatas y fue todo un éxito), estuvieron mezcladas en el claustro con un concurso espontáneo de canciones, en el que escuché temas que ya tenía casi olvidados. Un clavel, un rojo, rojo, clavel, un clavel…
Eso les pasa mucho: dicen que se retirarán pronto porque están cansadas, y después de cenar, siempre surge algo. ¡Son capaces de estar despiertas hasta las 23´00h!
Lo del concurso de canciones ha surgido porque Laila canta y tararea mucho. Con la voz y el cuerpo, aquí y allí. Hoy quiero investigar más su proyecto porque tiene buena pinta (y un casio). También los otros, hay días.
A última hora me he puesto tristona, no sé por qué. Y justo antes de venirme a este rinconcito desde el que escribo, con vistas a un pinar, he pasado a ver a mi amiga Clarice. Me ha recordado una de las maravillosas frases que escribió: “nací dura, heroica, solitaria y de pie”. Adoro a Lispector… que está quemando mi piel.